lunes, 21 de diciembre de 2009

Mi primera inmersión con el Alvin #4575

17 de Diciembre de 2009

por Salvador Espada




Lo primero que me sorprendió es que en el Alvin no hay asientos. Siempre me lo había imaginado como el puente de las naves espaciales tipo Enterprise de Star Trek. En vez de eso te sientas (más bien te tumbas) en el suelo, sobre algunas almohadas. El piloto tiene una caja pequeña sobre la que se sienta en una especie de posición de yoga. Está muy ocupado y concentrado durante todo el descenso y el tiempo en el fondo.



Pero volvamos al principio. Por la mañana temprano cuando me levanté mi principal preocupación era el ir al servicio (fui tres veces) para intentar no tener que ir una vez en el sumergible. Es muy importante elegir la vestimenta adecuada. Nada de cinturón, ni de anillos, ni reloj. Nada debe arañar los cristales de las ventanas en caso de contacto accidental.

Al entrar en el sumergible me asustó la sensación de haber tocado algunos interruptores con el pie al bajar por la escalerilla. La inmersión fue una cadena tan intensa de acciones por parte del piloto que no me atreví a decir ni mu.

Durante el tiempo del descenso intenté familiarizarme con la cámara de fotos digital, y descubrí que casi no puedo hacer fotos bien enfocadas o que no estén movidas. Lo cual empeora una vez estamos en el fondo.

Allí soy uno de los dos observadores. Como dijo Bruce en la reunión preparatoria, somos parte de los sensores del Alvin.

La columna de agua está oscura y no tenemos luces durante el descenso. Finalmente alcanzamos el fondo. Ando ocupado en encontrar la mejor posición para poder escribir en el registro de la inmersión a la vez que miro por la ventanilla e incluso tomo fotos.

Localizo mi primer objetivo, una gamba naranja de ojos brillantes, a la que tiro fotos repetidamente sin muy buenos resultados. Por alguna razón las fotoso salen movidas, desenfocadas, ¡o ambas cosas!

Tengo también el control de una cámara de video externa que es grabada. Así que jugueteo con los controles hasta que me familiarizo con ellos. Hay uno que la mueve de arriba a abajo y de izquierda a derecha, y otro para hacer zoom. Es fácil perderse con la posición de la cámara y no saber a dónde estás apuntando, así que lo mejor es moverla hacia abajo y hacia la izquierda hasta encontrar la canasta.



He de decir que me lo pasé muy bien con la cámara de video externa. Perseguí a cangrejos e incluso me lo hice de manera que pude grabar a un pez acercándome y alejándome con el zoom mientras se movía.

De manera que aquí estoy en el fondo del océano y los tres que estamos aquí abajo tenemos tareas que realizar. Recogemos y colocamos cosas. Y antes de eso hemos de encontrar las cosas y los lugares.

No se ve mucho. Sólo tres ventanillas y alrededor nuestro paredes de roca con extrañas formas y patrones. Nuestro piloto Mark nos lleva hasta el lugar deseado, una antigua mancha de hidrotermalismo conocida como Sketchy. Una vez que estamos allí Monika parece un poco decepcionada. El hidrotermalismo ha cesado después de la erupción de 2006 y todo está muerto. Las esponjas y trampas para bebés que queríamos colocar allí tendremos que llevarlas a otros lugares.

La siguiente parada es en otra fuente hidrotermal conocida como P-Vent. Durante el recorrido desde una fuente a otra hemos de estar muy atentos y atentas a través de las ventanillas, buscando "marcas" que son tapas flotantes de cubos etiquetadas con números o letras, colocadas a veces por otra gente, o si tenemos suerte, puede que sean las nuestras.

Se parece totalmente a un videojuego.



Detectamos las nuestras y comenzaron nuestras tareas. Los brazos del Alvin son fuertes, pero solo tienen cuatro dedos. Monika quería una roca con gusanos tubícolas, pero la caja donde tenía que colocarse era más pequeña que las rocas que Mark conseguía atrapar. Intentó e intento romperlas hasta que finalmente pilló una que se ajustaba a la caja.

Las otras dos tareas fueron medir temperaturas y colocar nuevas esponjas y trampas para bebés.

Estuvimos cinco horas haciendo esto. Monika y yo nos comimos nuestros bocadillos y las chocolatinas durante este rato. Mark no comió hasta que todo estaba terminado satisfactoriamente y subíamos hacia la superficie.

Durante el ascenso recordé que debe haber una cierta profundidad cerca de la superficie donde la temperatura sube bruscamente. Así que Monika y yo observamos y registramos la temperatura cada 50 m en los últimos 400 m, para atrapar a la "termoclina". Al final pude comprobar que realmente existe y no es algo que solo escuchas a los profesores y las profesoras en las clases o que está escrito en los libros. Ese día, en el pequeño punto del Océano Pacífico donde me sumergí, a 38 m de profundidad estaba la termoclina.



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