lunes, 7 de enero de 2019

Cárcel cotidiana

Nuestro compromiso político está trabado.

Quienes dedicamos energía y deseo a la emancipación en cualquiera de sus vertientes, encontramos un tapón en nuestra propia incapacidad de confrontar el sinsentido cotidiano.

Hoy luchamos por que no corten unos árboles urbanos, ayer tratábamos de impedir una guerra. Cada día la maquinaria de la satisfacción de nuestras necesidades humanas y divinas arrasa un poco más a la naturaleza, a las mujeres, a las criaturas, a la gente anciana. Especialmente en otras latitudes más abajo. Y perdemos electoralmente.

Con Fali Doblas, en "Er Banco Güeno" de La Palmilla (Málaga)


Un amigo activista está en la víspera de ser entrullado.

En nuestra bien llevada cuarentena de edad, nos conocimos en la adolescencia tardía. Yo iba a la universidad y estaba activándome allá en ese 1994 de acampada en cada capital de provincia exigiendo a un gobierno socialista el cumplimiento de un compromiso internacional con el Sur. Él era okupa. En estos 25 años siguientes yo he ejercido activismos mayormente ecologistas, y él ha empujado cualquier cosa que identificara como una grieta en la Bestia. En 2000 ayudamos a grupos de personas subsaharianas en la regularización de Aznar. Después Málaga consiguió cerrar Capuchinos. Mas reciéntemente se revirtió heróicamente una agresión a los derechos humanos con muerte en Archidona. También entremedias se consiguió defender al trabajo de limpieza. Y tantas otras luchas, incluyendo innumerables deshaucios con familias de bebés y todo tipo de fragilidades humanas.

El método feminista que se usa es poner el cuerpo. El adversario pone otro cuerpo. Y ahora alegan una vez más que les pegamos. Ir a la cárcel por pegar repetidamente a la policía antidisturbios en un activismo pacifista es un clásico de los comodines del poder.

Cuando la cárcel por motivos políticos se trivializa, Málaga se expone una vez más a ser la primera en perder el peligro de la libertad.

Viena (Austria),  a 7 de Enero de 2019

Salvador Espada Hinojosa