sábado, 17 de febrero de 2024

Desde Viena, hay esperanza para la humanidad. Crónica del simposio de la escuela doctoral de ecología y evolución

En una mani reciente
En una mani reciente en Viena

 

La escuela doctoral de ecología y evolución agrupa a unas ciento setenta criaturas que hacemos nuestro doctorado. Por primera vez nos reunimos en un simposio. 

Gianluca Corno es ponente invitado (en inglés “keynote-speaker”) y trabaja con la resistencia a los antibióticos. Esto es lo que nos puede literalmente matar como humanidad, mejorando lo presente al apocalipsis nuclear y a otras pocas lindezas de tamaño calibre. Lo explico brevemente para las legas y los legos. En Viena hay un monumento cerca de la catedral dedicado a las muertes de la peste negra. La peste negra, sabemos ahora, tenía involucrada a una criaturita pequeñita llamada Yersinia pestis. Es una bacteria. Resulta que en la vieja Europa de hace bastantes siglos, por unas razones o por otras de pronto empezamos a morirnos masivamente. A día de hoy la suerte que tenemos es que si se empiezan a ver muertes, tenemos eso que llamamos medicina que nos puede ayudar a evitarlo. En esa medicina algo que se usa son los llamados antibióticos. Le cortan el rollo a las bacterias. Les rompen la mebrana de fuera, o les impiden copiar su cromosoma, o tienen mecanismos variados como estos para selectivamente impedirles su fiesta. Las bacterias víctimas de esos antibióticos sin embargo también tienen su propia jugada. Desarrollan “resistencia”, y se la pasan unas a otras. Somos tan cutres actualmente como humanidad que nuestra carta en esa contienda la enseñamos alegremente. Hacemos pipí y el agüita amarilla recorre las tuberías hasta llegar con suerte a una depuradora de aguas residuales. Allí las bacterias que limpian el agua se encuentran con que la persona que tenía un resfriado alegremente había tomado por iniciativa propia antibióticos. O con que al terminar de tomar antibióticos había tirado el resto del bote por el váter. Vertemos antibióticos alegremente al agua. En la naturaleza las bacterias que por ahí andan, claro, desarrollan resistencia, y se la pasan unas a otras hasta que la recibe una que es causa de enfermedad a humanos y a humanas. Y ya la hemos liado. Gianluca muestra una foto del río Musi en la India. Nuestras alegres compañías farmacéuticas fabrican allí los antibióticos, y lo hacen despiadadamente matando a la gente y a la naturaleza. 

Bianca Vienni-Baptista es la otra ponente invitada y nos habla sobre interdisciplinariedad y transdisciplinariedad. Ante los problemas a veces hemos de abordarlos desde distintos ángulos, implicando distintas disciplinas de conocimiento, lo cual no es en sí fácil. Digamos la peste negra. Está la bacteria, Yersina pestis. Esto es digamos cosa de biólogos y de biólogas. Pero está también la cuestión de la población migrando a ciudades desde el campo, ciudades sin alcantarillado, sin saneamiento. La gente haciendo caca y tirando el cubo por la ventana “¡agua va!” al carro de verduras que pasa casualmente por ahí. La muerte de la mitad de la población europea no es solo una cosa de la microbiología de la bacteria, lo es también de la geografía humana y la infraestructura fontaneril. Se pusieron alcantarillados, se acabaron las muertes. Dos disciplinas, la arquitectura urbanista, y la microbiología, que para hablarse entre ellas tienen bastante entretenimiento. Ahí nos cuenta la compañera suiza sobre la aportación en el mundo de habla alemana sobre la transdisciplinariedad, sin menoscabo de otros desarrollos como los de Francia o Iberoamérica. 

Marcel Seifert hace su doctorado sobre inversiones sostenibles, en una colaboración con el Banco Nacional de Austria. En Austria, a diferencia de en España, la antropología se encardina en la biología, cosas de la gestión de las disciplinas científicas (en inglés “book-keeping”). Encuentra en sus trabajos preliminares que al ofrecer 500€ por la cara para invertir en un producto a elegir entre cinco, la gente que tiene un mayor conocimiento previo sobre inversiones sostenibles es más capaz de detectar la que era solo una impostura (en inglés “green-washing”). En general solo un 21% de las personas fue capaz de desenmascarar tal producto (creo que era el que tenía a Microsoft dentro). 

Karen Kölzer trabaja con la miel para su doctorado. Miel urbana. Las abejas (concretamente las de la especie Apis melifera) recolectan el polen para hacer con él sus cositas. El polen tiene formas características, al observarlo en el microscopio, lo cual permite atribuirlo a la planta originaria, identificándola. En varias ciudades de Austria hay producción de miel. En Viena, y también en Sankt Pölten. La segunda es una ciudad más pequeña que la primera. Las abejas recolectan su polen en un radio de 3 kms. Lo que reporta preliminarmente la doctoranda es que los árboles tienen una gran contribución al polen de la miel. También las plantas ornamentales. Y que no hay diferencia entre ciudad y campo, cara a la composición del polen en la miel, en términos de diversidad. 

Florian Danzinger trabaja en el ministerio austríaco de medio ambiente. Ha publicado artículos científicos como resultado de su trabajo ministerial, y por lo que me contaba eso le ha llevado a formalizar su investigación a través de un doctorado. Nos habla de la Restauración Ecológica. La naturaleza en la unión europea está en un declive severo. La estrategia europea para la biodiversidad 2010-2020 ha fracasado. Ahora se está completando una ley europea de la restauración de la naturaleza, que ha superado algún tramo del proceso a base de ser aguada su propuesta ambiciosa. Se plantea la restauración del 20% de todo el territorio para el 2030, y del 100% del territorio para el 2050. En Austria ha cuantificado que lo primero costará unos 11 mil millones de euros. 

La conexión entre las distintas investigaciones es hermosa. Si nos ponemos, igual conseguimos no terminar de despeñarnos. ¡Aupa la Ciencia útil a la sociedad!

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