Dice que se traumó tras haber confiado y recibir el golpe. Ahora vaticina muros gordos y distancia. Y yo no me sitúo. Hablamos de planes para el verano y la veo dispuesta a encarar su miedo a la noche en la naturaleza.
Quiero volver a trabajar (después de este maldito resfriado) y que todo eso sea posible.
Monika me proporciona bienestar, no se si está bien decirlo así. Le dije que me está atrapando con trampas de amor. Y luego está su "sombra". O quizás es la sombra del principio femenino, de la humanidad mayoritaria. Hoy (y ayer) me he golpeado con ella. ¿Soy realmente incapaz de cuidar? ¿De cuidarme? ¿Ando espiritualmente muerto por mi desespereranza metódica? No veo que a ella, en el otro lado del extremo, le vaya tampoco mejor. Los métodos tienen eso. No garantizan. Solo permiten desarrollar el cuento, el color viene luego. Hay un choque cultural intenso, también. De cómo lo interprete me va la geografía en ello. ¿Soy Norte del Sur? ¿Seré compartible en algo? Pienso en buscar trabajo en las Naciones Unidas. Pienso también en un regreso a España. Su vida sin mí. ¿Y la mía?
La cosa es que lleno ya cuatro de los supuestos cinco días de resfriado, no puedo dormir fácilmente, y ya no creo ni en los libros ni en las pelis, ni en las noches de alcohol y baile, ni en la internet ficticia como todo lo otro. Quiero esa vuelta a la naturaleza. Hacer fuego y ver las estrellas. Ponerle lunas a tus cambios de ánimo. Y que nuestros gritos sean oídos por la brisa y los árboles. Esos árboles que hab de volver, con sólo que quitemos el asfalto y coches. Si aprendiera alemán capaz que me hacía político. Quiero decir ...
De alguna manera he de destilar mis propios rituales de empoderamiento. No siempre en un primer golpe. Más bien siendo "pesado".
Hice mi pequeño plan. No me acostumbro a los soportes. Lo tengo en el pequeño portátil. Luego está atrapado. Todo se atrapa por la forma que lo contiene.
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