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Imágen: Torre de San Telmo. Mariano Sánchez. 1742-1822. Fuente: Nereo |
A los pies de el Arroyo del Leñar. Una rambla
mediterránea seca casi siempre, ahora embovedada y que queda debajo del
asfalto de la subida al barrio residencial del Cerrado de Calderón,
donde mora la Málaga Bien. Esa arena falta en la playa al no bajar con
las lluvias. Y la playa decrece, se erosiona.
A levante del
gigantesco dique de Levante del Puerto de Málaga, diseñado con
tecnología holandesa para que reflejara el oleaje, tan bien que lo
refleja hacia su levante (las playas de la Malagueta y de Pedregalejo),
que se erosionan. También el Puerto ampliado erosiona al otro lado, en
Huelin. Todo ello se previó ya en su evaluación de impacto ambiental,
tras la cual el Puerto se conformó con pagar la aportación de arena
artificial durante el primer año, allá por los noventa.
Vértice
de la cuña que hacen Pedregalejo, y el Palo, de urbanismo tradicional
pescador y okupa. De casas construidas sobre la playa por necesidad
imperiosa, y paraíso de sombra y frescura.
Antiguo Cabo,
templo imaginario de lo fenicio, de Astarté, de la fecundidad y de la
vida. Sitio de veraneo de García Lorca. Lugar de mítines transicioneros
de Felipe González Márquez vestido de pana.
Colapso okupa, campamento incontrolado donde se quema la gente. Vallado infame y okupación automovilística.
Metáfora
de una ciudad que no termina de comprenderse, ni de comprender su mar
ni su tierra, pero que sigue respirando, pariendo y fecundando, a espera
de que elevemos nuestra capacidad empática, nos escuchemos, escribamos y
acordemos cómo hacer más bello lo bello, cómo superar el daño y parar
su reproducción.
La Ley de Costas y las Universidades
cercanas, los Parlamentos, los Colegios de Ingenieros e Ingenieras, la
Arquitectura toda, la Ciencia Ambiental o la Internet misma... una
hogera natural en el rebalaje con estrellas y árboles detrás, el
compadreo sin pasaportes y la asamblea que desatascamos este nudo
pequeño que es el mismo nudo más gordo que está por todas partes.
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